lunes, 23 de julio de 2012

PREPARAR A LOS HIJOS PARA EL EXITO

Todos queremos ser exitosos. Y todos los padres queremos que nuestros hijos sean exitosos. Pero creo que hemos confundido el verdadero sentido del éxito. Lo asociamos más que nada con la obtención de bienes materiales o visibles, por ejemplo decimos que nuestros hijos tienen éxito en los estudios si se sacan notas altas y nos sentimos exitosos cuando podemos obtener un trabajo de mayor prestigio, un auto nuevo o ropa de marca.
Pero si nos remontamos a la etimología de la palabra éxito, ésta proviene del latín exitus, "salida", por lo tanto es exitosa una persona que sale enriquecida (victoriosa) de cualquier situación de vida. Volviendo a los ejemplos anteriores, el otro día una de mis hijas que retomó sus estudios universitarios rindió un examen y me dijo algo muy sabio: "creo que no voy a aprobar pero ya sé dónde cometí los errores". Más allá de que sea mi hija (obvio que me siento muy orgullosa de ella) es una persona exitosa porque aprendió a encontrar una salida positiva a su relativo "fracaso". Evidentemente no aprobó ese examen pero al siguiente le fue muy bien.
También nos sucede que al no conseguir lo que queremos nos sintamos fracasados. Es normal recurrir a polaridades pero no existe el éxito sin fracasos previos. El término fracaso proviene del italiano fracassare, romper, estrellarse. Por lo tanto para conseguir la salida (éxito) hay que romper (fracaso) las barreras, estrellarse muchas veces hasta encontrarla.
Obviamente que toda situación de fracaso nos genera frustración y dolor, entonces uno de los errores que cometemos los padres (grave error) es tratar de evitarles la frustración a los hijos. Hay un aspecto positivo de la frustración y es que con la misma se va desarrollando la templanza, la perseverancia, la creatividad, fortaleza espiritual y emocional, tan necesarias para alcanzar los sueños.
Es por eso que la nueva generación de jóvenes tiene muy baja tolerancia a la frustración pues desde pequeños se la evitamos dándoles todo lo que nos pedían. Y es por esto que caen en adicciones o en hechos de violencia pues no adquirieron las herramientas y habilidades necesarias para superar las adversidades.
 Desarrollar la tolerancia implica un trabajo de mucha paciencia, de enseñarles a postergar la gratificación, a sobrellevar el aburrimiento, a salir del individualismo para poder mirar al otro compasivamente. No temamos los primeros fracasos ya que son las señales de aprendizaje que, indudablemente, nos llevarán al éxito.
Nora Guerrero
Prof. en Letras y Gestaltista

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