Como profesora secundaria y terciaria y como formadora de
docentes he comprobado que la mayoría de las personas piensan que no son
inteligentes.
Cuando les hago la indicación de que levanten la mano los
que se consideren inteligentes, sólo lo hacen unos cuantos y los demás los
miran con envidia, otros con sonrisas burlonas, otros incrédulos y hasta
algunos con bronca. Entonces les hago notar que si todos los allí presentes, alumnos
secundarios o terciarios y docentes, no fueran inteligentes, no podrían
haber llegado hasta esa instancia, o sea, no podrían estar donde están.
Y lo que ocurre es realidad es que ante la tácita pregunta
¿quién se considera inteligente? Incurren en el error de compararse con los
otros. Porque la pregunta no fue quién es más inteligente que… o quién
es el más inteligente.
Por ello es importantísimo trabajar concientizando a los
alumnos (y a los hijos, por qué no) de su verdadero potencial.
Recuerdo que cuando llegó a nuestra escuela rural Vicente Vital
Heredia una Asesora Pedagógica innovadora, Silvia Pereyra, comenzó haciéndoles
test de C.I. a los alumnos y descubrió que uno de ellos tenía un coeficiente
altísimo y, paradójicamente, era un alumno repitente. Luego habló con él y no
dudo que la información que obtuvo de sus posibilidades le haya cambiado la
vida. Al menos ya no podría escudarse en el no puedo.
Cuando un alumno me dice no sé , intuyo que su
respuesta es una manera de eludir el tener que pensar, entonces lo induzco a
que recupere los conocimientos que tiene para que se dé cuenta él (porque yo ya
lo sé) de que pensar cuesta un poco pero es más gratificante descubrir que sí
se sabe. De esta manera contribuimos al fortalecimiento de su Autoestima que
tanta falta les hace a los niños y jóvenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario