Pasaron las tan ansiadas vacaciones y otra vez
estamos frente a las tareas cotidianas que implica la escuela de nuestros
hijos. Quizás nosotros ni hayamos tenido vacaciones pero debemos recordar que
siempre cuesta reiniciar las actividades. Por lo tanto, les tengamos paciencia ya que a ellos les sucede
igual. Es un nuevo comienzo y probablemente tengamos que recordarles sus
obligaciones como si fuera el primer día y recordarles conceptos que parecen
olvidados.
Es también una hermosa ocasión para hablar con
ellos sobre sus responsabilidades; a mis alumnos e hijos les hablo de
cumplir con su “trabajo intelectual” ya que estudiar implica un esfuerzo hecho
a voluntad y tiene como recompensa la adquisición de conocimientos.
Quizás el problema más grave que tiene la
sociedad actual es que el conocimiento como valor se está perdiendo y en su
lugar aflora todo lo superficial como estudiar para “aprobar las materias” o
para “zafar en un examen”. Y lo peor de todo es que a muchos padres tampoco les
importa que sus hijos aprendan sino que aprueben.
Los otros días leí un artículo que hablaba
sobre las causas principales de la pobreza: la ignorancia y la falta de un buen
uso de la tecnología. Eduquemos entonces a nuestros hijos para que se alejen de
la pobreza. Transmitámosle el valor de la lectura como
fuente del saber y del placer estético.
Y ya que nuestros hijos tienen la posibilidad
de acceder a la tecnología como Internet, enseñémosles a usarla con
inteligencia, como biblioteca y profesor-tutor. Así dejarán de perder horas
frente a la misma en juegos y chat improductivos.
Y recuerden que se enseña con el ejemplo y con la
palabra.
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